viernes, 23 de noviembre de 2007

VIERNES, 7 P.M. (II° parte)

Alberto, me traés otro cafecito. Este celular de mierda. Alberto, por favor, dejámelo en la barra que voy a hablar por teléfono. Don Julio, ¿ Le uso el teléfono un minuto? Gracias. Cuatro, este, seis, dos, ocho, cinco. Atendeme Marianito. Mariano, ¿Qué hacés, dónde estabas? Uh, te estabas bañando, ¿Querés que te llame más tarde? Bueno, mejor si hablamos ahora porque después con todos los chicos va a ser más complicado. Y sí, adivinaste, discutimos con Mariana, pero mal, nos fuimos al carajo. No, nos fuimos a las manos, me empezó a romper las bolas con el tema de mis horarios y de que nunca estoy en casa y me pudrió; ahí nomás comencé a decirle todo lo que pensaba sobre nosotros.
Sí, le dije que me tenía harto con sus discursos sobre el fútbol, el paddle, mis amigos y sus comentarios irónicos sobre mi vieja. Sí, no aguanté más, y el problema es que empecé yo a decirle todo lo que me molestaba de ella y no pude parar. Empecé hablando sobre sus pensamientos en voz alta, que sollozaba para que la escuchara, cuando le estaba contando algo de ustedes; nunca se puso a pensar que le estaba hablando sobre mis amigos, pero claro, que saben las minas de la amistad, si a lo sumo tienen compañeritas de trabajo, son víboras que se inyectan el veneno entre ellas: “que mirá el pelo, que se hizo las tetas”, te juro que no aguantaba más y cuando metió a la nena en el medio de la discusión te juro que me dieron ganas de ahorcarla; si nunca les faltó nada: quería que fuera a inglés y a danza, la nena va a inglés y a danza, quería hacerle el cumple en el pelotero de Libertador, le hicimos el cumpleaños en el pelotero de Libertador, dejame de joder, encima me saltó con que mis actitudes le generaban sospechas. Por fin se dio cuenta pensé, te juro. Me recriminó que no abro el messenger en casa y no sé cuantas boludeces más, hasta que me salió con cosas de hace diez años y no me pude controlar.
No, me fui al carajo, le dije que nunca había sentido real placer con ella, que era una frígida de mierda y me metió un cachetazo. ¿Qué hice? Se lo devolví. Sí, te juro que hacía tiempo que no sentía una descarga como la que tuve en ese momento. Y sí, se puso a gritar como una loca, que me fuera, que quería el divorcio y que quería la mitad de todo: hija de puta, hace como cinco años que se rasca y quiere la mitad de todo, pero no me importa, te juro que con tal de que no me joda más y me deje ver a la nena sin hacer mucho quilombo me importa poco y nada. Vos la conocés, sabés cómo Mariana es capaz de sacarme, todos los desplantes que me he bancado en público y todo ¿Para qué, para defender a la familia? Si hace años que la familia era una hipocresía que sólo se sostenía por la nena. Gracias, Alberto. Sí, estoy acá en el bar, me vine a tomar un café antes de ir para lo de Martín. Disculpá que te joda, pero necesitaba hablar con alguien antes de que nos juntemos, igual cuando terminemos de cenar supongo que les contaré a todos.
¿ Hoy? Me voy a dormir a lo de mi vieja, y mañana voy a ver si llevo algunas cosas al depto que mi viejo tiene desocupado en Caballito. Sí, me vino como anillo al dedo, los inquilinos se fueron la semana pasada, así que mejor imposible. No, a la nena le vamos a decir que me voy una semana de viaje y después vamos a ver cómo lo manejamos. Ella quiere que lo hablemos con la piscopedagoga del jardín, así que no sé, total que no me moleste le voy a dejar que maneje las cosas ella; si hasta me habló de hacer terapia de pareja, como si un tercero se pudiera meter en la cama y solucionar nuestros problemas.
Bueno, mirá, tengo gente al lado, la seguimos después. No, no hace falta, nos vemos directamente allá. Gracias ¿ Te queda alguno de esos vinitos que trajiste de Mendoza? Bueno, me parece que hoy me van a venir bien un par de tragos. Listo, ci vediamo dopo. Don Julio ¿Cuánto le debo con los dos cafecitos? Acá le dejo. Gracias. Chau, Alberto, nos vemos mañana. Sí, si Dios quiere.

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